Sunday, August 20, 2006

Me gusta descansar los domingos, no hacer nada. Esperar, tratar de detener lo inevitable: la llegada del lunes y con éste la obligación, la inmensa lista de los "tengo que".
Por eso es mejor no hacer nada, para a través de la negación, tratar de hacer que el tiempo no avance. Si estás muy activo, el tiempo se pasa rápido: "Anduve para arriba y para abajo y se me pasó rapidísimo el día". Quizás aplique lo mismo en sentido contrario: "No hice nada en todo el día, el día duró una eternidad"...
Así nunca llegaría el temido lunes.
Alguien alguna vez me dijo, que la mejor sensación es la que provoca el sábado, porque sabes que todavía habrá un día más de descanso. No como en el domingo, que transcurre con la tortura de que está por terminar, con la amenaza de la inminente llegada de las obligaciones semanales.
Por lo pronto, yo sigo en una resistencia civil pacífica contra el lunes, y como esto de estar tecleando, acorta el dominguero tiempo restante, mejor aquí la dejamos. Porque el domingo es mío, yo soy del domingo y de nadie más.

Sunday, August 06, 2006

Amanecí sin cuerpo


Últimamente, parecería que mis conocidos empiezan a percatarse y preocuparse del paso del tiempo, arrollador y engordador.
Empiezas a escuchar comentarios que sustituyen al tradicional "¿Cómo has estado?", por un inoportuno "¡Estás más cachetoncito eh!
Después resulta que el jefe tiene su despacho un piso arriba de donde está tu cubículo, subes a decirle algo y llegas sin aliento. Quien llegara a correr 20 km a los 11 años, 14 años después no puede subir 14 escalones sin perder el aliento.
A las imposiciones laborales de usar traje o al menos pantaloncito nice, se le añade que dichas prendas parecería que se encojen, cada vez aprietan más. La desnudez revela al final de la jornada las marcas del paso del tiempo = las marcas del pantalón en el inicio de la panza.
Siguiente paso: la reunión de amigos que antes suponía una enumeración de los mayores ridículos etílicos y amorosos de la semana, ahora es una detallada exposición de los beneficios de distintas dietas: "El pedo es el pan y los refrescos", "la toronja es bien chida para digerir y asimilar","La tía de Rodrigo es nutrióloga de las buenas, y ya tengo cita", "Ya estoy en la dieta de los asteriscos (sin albur, dicen)".
Y el cuerpo cada día se transforma, se deforma. Y sigue sin uso, de la inactividad de la cama, camina unos pasos hacia el auto, otros pasos hacia la oficina, y llega a la estática silla desde la que se trabaja. "Uy cuánto ejercicio hice hoy, tecleé dos cuartillas y me paré tres veces a la impresora". Para después regresar a los pasitos hacia el carro, los pasitos hacia la casa, que llevan a la cama y al tedio de que termine lo que está a punto de volver a empezar.
Lo mismo daría si conectaran mi dispositivo mental , con un explorador de la red y un procesador de palabras; al menos me ahorrarían la hueva de sentir un cuerpo que no me sirve durante el día, y que por la noche está por demás cansado.
Aunque me encantan las exageraciones, no utilizaré este medio para disfrutarlas: no estoy tan viejo ni tan gordo, la más cerda y atrofiada no es mi carne sino mi mente.