Como yo la recuerdo
“La mente selecciona, por así decirlo, nuestros recuerdos y suele hacernos guardar una mejor sensación de cómo fueron las cosas, respecto a lo que en realidad fue dicha experiencia. Igual ocurre con las proyecciones; o sea que, fallamos al bucear en nuestro estado emocional”, dice en La Vanguardia Javier Castañeda.
A todos nos ha pasado, recordamos como una de las mejores etapas de nuestra vida los meses que pasamos en alguna ciudad lejana, en alguna vieja relación o en algún antiguo trabajo. Pero cuando vivíamos esa etapa no estábamos tan satisfechos: en la ciudad lejana nos sentíamos solos, con aquella pareja peleábamos a diario, y en ese añorado trabajo no soportábamos al jefe. Nos engañamos, nos inventamos la historia de vida que queremos; como si quisiéramos que nuestra vida fuera digna de ser película, y una de esa películas motivacionales.
Con el futuro nos pasa lo mismo. En la primaria –en la que sólo había varones– pensaba que la secundaria sería súper divertida porque ya habría “niñas”. La secundaria llegó, y el momento en que la felicidad llegaría decidió mejor situarse en la preparatoria, esa época en la que podríamos manejar, y esas chicas serían más compartidas en las artes del amor. Llegada la prepa, había que poner otra meta… La felicidad, seguro vendría, en la universidad; sí, había que huir del lecho materno, había que irse a vivir solo, en una ciudad desconocida.
Todas estas épocas fueron buenas, pero en todas ellas me quejaba, estaba insatisfecho y apostaba porque algo mejor vendría después.
Hoy busco una nueva meta…La mira está puesta de nuevo en España, ya no será Madrid, será Barcelona. ¿Estarás? ¿Estaré? ¿Estaremos?
Qué razón tiene el psicólogo Daniel Gilbert cuando asegura que "al cerebro no le interesa la verdad sino sobrevivir".
¿Habrá alguna verdad que pueda ser compartida?