Cerrado por cansancio

En ocasiones los europeos y los gringos se quejan por el acelerado ritmo de sus vidas laborales, dicen que los latinoamericanos nos relajamos más, nos tomamos las cosas con menos seriedad, que disfrutamos más, pues.

Pero luego si les dices cuántas horas al día trabajas -o aparentas que trabajar-, o cuántos días al año tienes de vacaciones, entonces ellos prefieren seguir en su agetreada realidad.

Yo todavía no cumplo un año en mi actual trabajo -no es queja, me encanta mi trabajo, es toda la diferencia del mundo el dedicar 8 o más horas al día a algo que te gusta o al menos entretiene, que estar en un trabajo que te es completamente indiferente o hasta molesto- y por esto no puedo tomar vacaciones.

No he tenido mucho trabajo, ni ningún problema serio, pero siento que necesito un respiro, una semanita de hacer nada, para reacomodar las ideas. Pero sólo una semana, no las cinco que tienen de vacaciones -por ley- la mayoría de los europeos.

Varios días tirado en una playa, con cerveza fría y una cama con olor a limpieza de hotel, eso quiero. O al menos, unos días de despertar tarde, muchas horas acostado, tantas que la cama te empuje fuera de ella para hacer algo productivo.

En lo que esa semanita llega, al menos por aquí, me declaro en paro.